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miércoles, 13 de marzo de 2024

Hoy tomo café con…

 

Marina Cross

 



 

       Marina Closs nació en Aristóbulo del Valle, Misiones, (Argentina) en 1990. Es Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Publicó dos libros de cuentos La doncella aguja (2013), El violín a vapor (2016) y una variación fantástica sobre la vida de Jesús llamada El pequeño sudario (2014). Tres truenos (Bajo la Luna) un libro que ganaba el premio del Fondo Nacional de las Artes; en realidad, tres monólogos de mujeres, extraños y retorcidos, que desde el tratamiento de la voz despliegan mundos personales con involuntarios ecos en lo social. Tras un prolongado proceso creativo, ha publicado, como finalista del Premio Internacional Ribera del Duero 2022, Pombero, en Paginas de espuma. Se trata de un libro de cuentos atravesados por la idea de la identidad. “Nadie tiene una identidad sin una historia, nadie tiene una historia sin una voz”, ha llegado a afirmar la narradora; es por eso que la autora presenta en en sis páginas una polifonía de personajes que deambulan por un mundo frágil, móvil e insólito. Closs caracteriza sus historias proporciomçandoles un nudo asfixiante, a veces como si se tratara de un elemento de hastió, y otras como punto circunstancial o de un apoyo incuestionable. Los personajes de esta colección de cuentos parecen recomponerse y recuperase a sí mismos a medida que hablan. Pero, “Pombero” transita hacia los confines de la ficción como sostén de la identidad propia y ajena

       La escritora envuelve a sus personajes en medio de ficciones que resultan extremas, pero necesarias; inventa mundos ajenos que guardan en esencia reminiscencias con lo real. Los personajes son sometidos y sentenciados en mundos ficticios donde alguien se hunde o emerge. De acuerdo con la argentina Cross. los cuentos son el resultado de temas que surgen a partir de sus propias experiencias, como preguntas, dudas y hasta misterios.

 

¿Es verdad que con su nuevo libro, la colección de cuentos, Pombero (2023), ha podido encontrar usted su identidad?

       ¡No! Todo lo contrario. Es un libro que nació de darla por perdida.

 

¿Ha ensayado entonces todo un proceso creativo desde sus primeras colecciones, La doncella aguja (2013) y El violín a vapor (2016) hasta llegar a un singular  Pombero?

       Sí, un largo proceso en el que los cambios rotundos fueron la única constante. Quizá estoy exagerando. Pero me cuesta ver en lo que escribí un proyecto de escritura o un plan.

 

 

¿La ficción es, por consiguiente, equiparable a esa identidad que usted siempre ha ido buscando para construir y darles un sentido concreto  a sus historias?

       No sé en qué momento dije que estaba buscando mi identidad. Para mí justo es todo lo contrario. No creo que haya nada que salir (o entrar) a buscar, más que ficciones.

 

 

¿Se siente una lectora entusiasta, o quizá más una escritora inquieta?

       Una lectora entusiasta. Escribir es lento y difícil, creo que lo dijo Aira, y la verdad es que trato de hacerlo lo menos posible. Juntar ganas, digamos.

 

 

¿Hay todo un proceso de reinvención de la literatura cl´sica y conocida en sus relatos de una forma intencionada?

       No sé si de reinvención. Quizá, más bien, de omnivorismo. Me gusta mucho trabajar con materiales no literarios. Creo que, para muchos cuentos de esta colección, funcionaron como resorte de inspiración.

 

 


¿Sus personajes se cuestionan, en gran medida y  esencialmente, el concepto de vida para de alguna manera recomponerse así mismos?

       No estoy segura de cuál es el concepto de vida, así que debe ser que mis personajes tampoco lo saben. Se van recomponiendo, creo, en el sentido de que se van dando cuenta de que no hay ninguna identidad a la que uno debiera serle estrictamente fiel. Si no quiere.

 

 

¿La maternidad, como tema esencial y cuestionable, vuelve a cuestionarse en sus cuentos, y ofrece una visión distintaa otras latitudes?

       Siempre hay otra manera de ver, no creo que yo intente ofrecer la manera correcta o la manera “mejor” de ver la maternidad (ni de ver nada). Más bien se trata de abrir el abanico de visiones, para estar atentos al hecho de que hay tantas y tan contradictorias.

 

Con sus temas, tan variados como cercanos¿pretende usted llevar a sus lectores a un lugar donde la literatura es un espacio fundamental y posible?

       Seguro, porque para mí lo es.

 

¿El miedo, y a través del término pombero, conforma esa realidad humana que la literatura viene ensayando desde el principio de los tiempos?

       No sé si me interesa particularmente el miedo. Creo que, de hecho, no me interesa. Sí como condimento, pero jamás escribí para provocar miedo. Ni leo literatura de terror. Tampoco miro películas de terror. Creo que el género tiene bastante de espectacular, y eso me da desconfianza. Lo que me gusta de los cuentos de Poe no es que me den miedo. Es más, me acuerdo de que cuando los leí de chica, pensando en que quería tener miedo, me decepcionaron bastante.

 

Leyendo sus cuentos, y reflexionando sobre sus historias parece que usted tiene cierta necesidad de cambiar la realidad que nos envuelve, ¿es necesario ese cambio desde el punto de vista literario?

       No creo que el cambio sea necesario desde el punto de vista literario, es necesario desde el punto de vista real. Literariamente podría seguir todo como era antes. ¿A quién no le gusta Poe (más que toda la literatura actual), en el fondo?

 

¿El tema del colonialismo sigue siendo ese choque cultural que no acaba de cerrar heridas a uno y otro lado?

       No creo que haya que cerrar heridas, creo que hay que vivir con profundidad y gracia y que las heridas hagan lo que puedan.

 

Y el feminismo, la sexualidad, la violencia, el mundo de la mujer oprimida, ¿es un tema que genera historias en el relato de allende de los mares y se convierte en universal?

       Sí. Genera muchas historias por todos lados. Creo que todos los escritores tienen algo de mujer oprimida.

 

¿La belleza de sus historias quedan determinadas por su capacidad de adaptarlas a un lenguaje concreto y preciso como fin último?

       ¡Ojalá!

 

Más allá de una amable visión de sus historias, ¿violencia y lenguaje sintetizan el concepto de estos relatos?

       No, no me parece que se ajusten mucho. Hay una especie de fascinación popular por la violencia, como si uno tuviera que estar todo el tiempo hablando de violencia, en el fondo es bastante parecido al amarillismo. La violencia causa sensación, todo el mundo quiere más y más, parece que estamos en los tiempos de Marlowe. Vamos a decir dos palabras para sintetizar el libro: curva y rosado.

 

Una pregunta final, ¿cómo se siente en la familia cuentística de una editorial como Páginas de Espuma?

       ¡Me siento muy contenta! Me encanta que sean una editorial dedicada al cuento. Para mí, es casi un gesto heroico. Hace poco una persona me preguntó si mis libros eran para niños, porque eran “de cuentos”. ¡Parece que la gente grande solo lee novelas! Yo le dije que sí, que eran para niños. Que ni los lea.