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sábado, 14 de febrero de 2015

Francisco Javier Guerrero



F
Filosofía
“La verdadera filosofía se ve en la conducta y no en los discursos”.
                                                                      C.I.B. Bonnin


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Caleidoscopia



   El mundo literario de Francisco Javier Guerrero (Córdoba, 1976) se mueve con soltura por el micromundo o la brevedad, esto es, el microrrelato o la minificción que ya había ensayado en entregas anteriores, Micromundi (2012), textos en los que invitaba a ver el sentido de la vida, o tal vez de lo vivido, a través de lo imaginativo, o mejor aun de lo imaginado. Guerrero contribuye en sus textos a intuir una determinada situación, a tener fe en muchas de las cosas que rodean su mundo y a mantener, a la vez, una decidida fidelidad a propósito de su defensa de lo breve; un género que, por otra parte, interpreta el ritmo de la vida, sintetiza el relámpago de un destello de la memoria, se vislumbra como la fugacidad de un instante, o la tensa y hábil magia con la que el prestidigitador muestra y oculta una ilusión o, se convierte en ese hallazgo que el lector descubre a medida que avanza leyendo, ahora, con más firmeza, en la nueva entrega del cordobés, Caleidoscopia (2014), aunque la brevedad, como bien sabemos quienes disfrutamos de la media distancia, requiere sus propias estructuras y jamás debe satisfacer la curiosidad del lector, premisa que se acerca a una definición para el micrcuento, ese ecosistema literario vivo del que siempre nos habla el maestro José María Merino.
  Ver las cosas desde un prisma triangular, como si de un juego de espejos se tratara, kalós-éidos-scopéo, sin duda, una fragmentada visión de una sola historia que se irá conformando a medida que avanzamos en su lectura, un lugar a donde la razón se complementa con la fantasía, este y tal vez ningún otro haya sido el acierto de ensamblar estos textos en un conjunto que, previsiblemente, su autor ha concebido como Caleidoscopia y que, según afirma, Francisco Onieva, el autor del prólogo previo, se estructura en un libro de microrrelatos y en una sola historia fragmentada, siendo a la vez cada fragmento una microhistoria. Partimos, por consiguiente, del primero de los relatos, “Matanza en el Café Fantasía” que se convierte en la clave para interpretar el resto de las cuarenta y seis piezas, de extensión variada y de una inevitable intertextualidad que conlleva la suficiente tensión y ambigüedad narrativas para que el lector avance en una y otra historia y vaya descubriendo el lirismo contenido de alguna de ellas, sin duda las más breves donde la precisión en la única vía, quizá porque, como señala el prologuista, la honda expansiva de estos microrrelatos van mucho más allá.
  Dividido en dos partes coherentes, “La verdad, a veces” y “La mentira para encontrar la verdad”, Guerrero ensaya una amplia variedad de temas que arrancan desde la muerte misma o la supervivencia, la vida cotidiana, la ciencia o los enigmas más sutiles, en los textos que compone, fundamentalmente esa primera parte, donde se intuye un evidente homenaje borgiano en algunos de ellos, porque en el argentino, no importa cuál sea su tema, la eternidad o la metáfora, el tiempo cíclico, incluso nuestra idea del infierno o la paradoja, y sus textos resultan proposiciones heterodoxas, una invitación a pensar de otro modo sobre algo comúnmente aceptado, casi una apacible disidencia intelectual.
  Lo admirable de estas propuestas de Guerrero es que no nos imponen una fórmula válida, creíble que debamos aceptar como conclusión; en muchas de sus piezas todo se resuelve en una hipótesis que podemos creernos o no; el arte, la seducción de sus textos está en que, por más disparatada o increíble que parezca al comienzo su hipótesis, al final la tentación de aceptarla es irresistible, y como la argumentación borgiana sigue frecuentemente un método paradójico, que comprende varios pasos: planteo de una teoría o cuestión problemática, de índole literaria, cotidiana o cultural; resumen de las variantes interpretativas, sobre todo en el primer bloque de microrrelatos; y la demostración de algún error lógico que invalida todo, en el segundo; y para terminar, el examen de las alternativas que el asunto ofrece, incluyendo la suya; y la sospecha de que todas ellas incluyen una nueva falacia de la que partirá para nuevos proyectos. No debemos dejar de leer, “El inmortal” y “Otro sueño” y el más kafkiano de todos, evidentemente, titulado, “La metamorfosis” y para redondear la vena más irónica del narrador cordobés, releamos “El libro y la nota”, sumado a ese “Epitafio”, síntesis final. Las ilustraciones de Raquel Boucher ayudan a mirar a través de ese deformado mundo, solo creíble cuando miramos a través de un caleidoscopio.











CALEIDOSCOPIA
Francisco Javier Guerrero
Madrid, Editorial Adeshoras, 2014; 100 págs.
 

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