Vistas de página en total

domingo, 22 de febrero de 2015

Hoy tomo café con…



José Luis Muñoz


     Un lustro después, José Luis Muñoz sigue estando en la escena narrativa con una variada y asombrosa obra. La entrevista se articuló en torno al premio Ciudad de Carmona de Novela Negra, 2010.



     José Luis Muñoz (Salamanca, 1951) novelista, apasionado cinéfilo, articulista y viajero, premiado en numerosas ocasiones, se inició en literatura con algunos títulos de novela negra, El cadáver bajo el jardín (1987), Barcelona negra (1987), La lanzadora de cuchillos (1989), Premio Sonrisa Vertical por Pubis de vello rojo (1990), Café Gijón por Lifting (2001). Es noticia porque, recientemente, ha obtenido el Ciudad de Carmona de Novela Negra por La frontera Sur (2010).

 -Casi una treintena de libros publicados dejan constancia de toda unas señas de identidad del escritor, José Luis Muñoz, ¿por qué esa variedad de géneros y cómo ha vivido estos años de creación literaria?

En realidad no he hecho más, durante todos estos años, que escribir lo que me gusta, y escribir en los géneros que me apetecía hacerlo, acercándome a ellos con libertad, desde la heterodoxia. Imagino que, por mi concepción pesimista del mundo y del hombre, el género que más he frecuentado ha sido el negrocriminal que es un instrumento muy útil para preguntarse acerca de determinados comportamientos del ser humano. Veintidos años publicando y un buen número de títulos durante ese periodo dan pie para hacer un balance que, en general, considero positivo. Decir que cada uno de mis libros, así lo creo yo, es muy diferente del otro, que en cada libro adapto tono y estilo a lo que cuento y que siempre, en todos ellos, sean del género que sean, me marco como regla de oro no aburrir, bajo ningún concepto, al lector e intentar, aunque sea solo por los días, semanas que lo tenga enganchado a mi libro, cambiarle un poco, hacerle reflexionar sobre algunas asuntos que a mí me inquietan.

-Durante el reciente 2010, usted ha publicado, tres libros, ¿es este el ritmo normal de su producción, o simple casualidad?

Ha sido algo casual. El libro de relatos, “La mujer ígnea y otros relatos oscuros”, ya estaba previsto que se publicara porque quería compilar en un volumen toda una serie de cuentos que se habían ido publicado de forma muy dispersa en revistas y antologías y que, en su mayoría, habían sido premiados. Lo que creía era un cajón de sastre resultó no serlo luego, porque los relatos estaban muy relacionados unos con otros, genéricamente, hasta argumentalmente. “La Frontera Sur” fue algo imprevisto, tuvo la suerte de ganar el Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona y fue publicado por Almuzara. “Marea de sangre”, el último libro publicado en 2010, en una buena colección de novela negra, Cosecha Roja de Erein, era una espina que quería sacarme de encima, una novela muy especial en la que recogía una serie de vivencias personales de la ciudad costera en la que se desarrolla la narración: Playa de Aro.

-Su novela, La frontera sur (2010) ¿es un relato de corte policíaco o una exploración del alma humana?

Pues la pregunta es buena. Creo que son las dos cosas. O quizá más, porque también se puede hacer de la novela una lectura del eterno enfrentamiento norte y sur, que no es una cuestión meramente geográfica, aunque sí, lo sea, que es algo que llevamos todos dentro de nosotros mismos, consecuencia del dualismo del ser humano en el que creo y está presente en toda mi obra. Y el protagonista de la novela, Mike Demon, un viejo amigo rescatado de una novela anterior, “Lluvia de níquel”, puede resultar un tipo universal, no es simplemente un norteamericano de a pie, bastante reaccionario, republicano, con tics racistas; es también un individuo que bascula entre su norte cerebral y frío y su sur impulsivo, irracional y dominado por la sensualidad. Lo que puede inquietar de Mike Demon es que en su piel nos podemos poner casi todos. Y luego está toda la trama de novela negra, el escenario adecuado, el paisaje determinante, para que esa historia sea creible, la recreación de esa zona peligrosa que es la frontera física que separa esos dos enormes países que son antitéticos a pesar de estar tan próximos en espacio como son Estados Unidos y México, con sus narcos, policías corruptos, prostitutas forzadas a serlo, polleros y desarraigados de todo el continente que no tienen nada que perder y se disponen a dar el salto al primer mundo desde el tercero al que se les ha condenado.

-En esta novela recupera un personaje emblemático de una novela anterior, Mike Demon, pero ahora desarrolla los sentimientos y las oscuridades de este americano de clase media, ¿le faltó algo que contar del mismo?

Lo de Mike Demon es un caso curioso. Cuando escribí y publiqué “Lluvia de níquel” me estuve diciendo durante unos años que ese personaje podía dar mucho más de sí, que no lo había exprimido suficientemente porque era literariamente muy rico. No es un tipo agradable, ni es una buena persona como habitualmente se entiende, sino alguien bastante retorcido que viene de una situación familiar muy rígida, con un padre religioso y autoritario con sentimiento de culpa. A través de Mike Demon se puede escribir buena parte de la historia de Estados Unidos. Ese país, al que amo y detesto a partes iguales, en cuyo haber podemos poner obras de la literatura y el cine capitales. y en cuyo debe una política, en general, nefasta, como le corresponde, por otra parte, a toda gran potencia que desee serlo, tiene algo que me fascina desde un punto de vista literario y que intento plasmarlo: el desarraigo. La visión pictórica la daría Hopper, uno de mis pintores favoritos. Ese patriotismo que no entendemos en la vieja Europa, ese flamear de banderas en cada casa de ese país, no es otra cosa que un grito de desespero por sentirse de alguna parte que experimentan millones de personas que realmente no se sienten de ningún lugar, que llegaron de todos los confines de Europa y se establecieron en una tierra hostil pero que les daba la oportunidad de prosperar. No hay historia suficiente en Estados Unidos, que es una inmensa coctelera en donde se agitan distintas culturas, no hay fundamentos todavía en ese vasto país que es muy joven, y eso se nota cuando viajas por él, paseas por sus ciudades o te alojas en sus desangelados moteles, y esa sensación es muy literaria, la capto y me fascina, e intento trasladarla a la literatura en las novelas, que ya son varias, que he ambientado en Estados Unidos.



-¿Quizá, otra perspectiva que usted plantea en esta novela siga siendo las enormes desigualdades de nacer en uno u otro sitio?

Sí, eso lo marca la frontera, esa línea divisoria artificial que alguien traza en un mapa y separa un pueblo de otro. California es un único paisaje, pero es verdad que existe un abismo económico, culrural y sociológico entre la Alta California, estadounidense, y la Baja California, mexicana. Puede que sea esa una de las fronteras más conflictivas y peligrosas del mundo, porque a través de ella los mexicanos exportan droga e importan armas de fuego de su vecino del norte, un comercio letal al que hay que unir el tráfico de seres humanos. Ese ambiente de ciudad fronteriza, anárquica,  es lo que intento plasmar en la parte de la novela que transcurre en Tijuana. Mike Demon pasa esa frontera buscando el paraíso, y el paraíso, aparentemente es Carmela, una mexicana muy atractiva, pero la contrapartida es entrar en contacto con un segmento de la sociedad que no conocería de no haberse enamorado locamente de esa muchacha. La novela también va de eso, de como la pasión ciega y un hombre de clase media, bien establecido, con una situación familiar estructurada, ve como todo su esquema vital se le viene abajo por una pasión que nace en el sur geográfico, en el sur de su cuerpo y en el sur de su alma. 

-Marea de sangre (2010), ambientada en los 80, reproduce un esquema policíaco con ingredientes curiosos, el más, un antihéroe protagonista, ¿hablamos quizá de un posible homenaje al género?

Lo que más me gusta del género negro son sus personajes perdedores. Nunca escribiré una novela sobre un triunfador, ese tipo, literariamente, carece del más mínimo interés para mí. Desde un principio me planteé que la novela girase en torno a un pobre hombre, porque Ismael Ortiz es eso, un tipo anodino que, en un momento de la novela, cuando decide investigar por su cuenta y contra todas las advertencias que recibe de los poderes fácticos de la población, se cree alguien, vive, resucita, porque esa investigación del presunto suicidio, que no le toca hacer a él, que es un simple sargento de la policía municipal y debe delegar en el teniente de la guardia civil, es una descarga de adrenalina que revuelve su vida mediocre y dramática, de la que quiere huir.

-Esta novela se concreta en la crónica triste de una época, con personajes y actitudes desencantados, donde la corrupción, como hoy en día, parece algo normal, ¿se venía venir el tema?

Medio en broma suelo decir que “Marea de sangre” es una novela histórica, porque está ambientada treinta añas atrás, pero que la historia se repite de una forma tozuda. La corrupción urbanística no es nueva en nuestro país, las costas, en donde la especulación ha campado a sus anchas a bases de comisiones y recalificaciones, son un escenario perfecto para la novela negra. Por su situación fronteriza con el ancho mar, los clanes mafiosos de toda índole se instalan en ella para llevar a cabo sus ilícitos negocios y con sus ganancias sobornan a los políticos municipales. De eso va “Marea de sangre”, y de ese David que es Ismael Ortiz en una suicida pelea desigual, que sabe no va a ganar, contra Goliat. Es una novela muy triste y muy dura, muy amarga y realista.

-En La mujer ígnea y otros relatos (2010) supone, tal vez, un cambio de registro en su narrativa, ¿qué se propone usted en la distancia corta?

Bueno, es el cuarto libro de relatos que publico. Ya se sabe que el relato siempre ha sido menospreciado y ninguneado frente a la novela, algo que me perece absolutamente injusto, porque un buen relato es muy difícil de escribir, mientras lo escribes no puedes bajar en ningún instante la guardia, debes mantener la tensión y la calidad desde principio a fin, no admite digresiones que sí se pueden colar en la novela. El relato es un círculo perfecto, una novela jibarizada. Algunos de mis escritores favoritos, como Cortázar o Borges, han sido consumados maestros del género corto. Hace poco leí un libro de relatos de John Cheever, un escritor norteamericano, que me pareció maravilloso. Creo que habría que potenciar el género corto, que los diarios y las revistas deberían publicar relatos en sus páginas como lo hacen los diarios norteamericanos.

-Tres temas esenciales vertebran estos relatos: lo policíaco, lo fantástico y lo erótico.¿Desarrolla usted temas que se repiten en sus novelas porque quizá la estructura de lo breve ofrece otras posibilidades?

Los relatos de “La mujer ígnea y otros relatos oscuros” giran, casi todos, alrededor de tres de mis géneros favoritos: negro, fantástico y erótico, efectivamente. Y son los tres géneros, añadiendo el histórico, sobre los que pivota toda mi carrera literaria. Ninguno de los relatos publicados ha servido luego para desarrollar una novela a partir de ellos. Creo que todos tienen las dimensiones adecuadas, que alargarlos les perjudicaría. Hay algunos de ellos que son casi novelas cortas, por el número considerable de páginas, como “Mis quince minutos con Norma”, sobre la película pornográfica que rodara Marilyn Monroe, “Una extraña herencia”, que es un homenaje a la literatura, o “El atraco al banco”, que es muy canónico. Otro de mis preferidos, como el que da título al volumen, es fantástico, con influencias de Cortázar, y el último, “El terror”, hace referencia a la guerra contra el terrorismo y es uno de los más duros.

-¿Por qué la monotonía, o la desidia, caracterizan a muchos de sus personajes?

Nos movemos en una sociedad en la que todo está muy pautado. Nos creemos libres y no lo somos en absoluto. Somos esclavos de nuestros horarios de trabajo, de nuestras obligaciones familiares, de nuestros horarios ante el televisor, y no digamos de nuestras hipotecas. Incluso tenemos pautado nuestro ocio que se circunscribe al fin de semana, a las vacaciones se Semana Santa y a las de verano. Mis personajes nacen de ese entorno. No son seres extraordinarios sino muy comunes, con los que nos podemos identificar en algunos aspectos. Su colusión con actos extraordinarios, en el caso de Ismael Ortiz, con esa suicida que es el inicio de su enloquecida y obsesiva investigación policial, y en el caso de Mike Demon el paraíso que le supone conocer a una mujer de la que, a su modo, y contra su voluntad, se enamora, les hace apearse de esa monotonía; a Ismael Ortiz de esa casa desangelada en la que convive con una mujer alcoholizada que ya no le dice absolutamente nada, y a Mike Demon de la felicidad entrecomillada que le supone vivir en esa urbanización aséptica de Los Ángeles con su esposa frívola y su hijo, una realidad que no le llena, pero el paraíso suele convertirse en infierno, claro.

-Al hilo de esas dos actitudes, ¿qué significa para usted escribir todos días y en estos momentos?

Bueno, suele decirse que la literatura es un modo de evadirse de la realidad, de crear mundos ajenos en los que los escritores nos sumergimos y por los que no andaríamos en la vida real. La literatura es una herramienta de exploración, de otros mundos y del propio. Cuando uno se pone a escribir, pergeñando una historia, no se plantea, al menos en mi caso, cuál va a ser el desarrollo de la misma, en eso soy muy intuitivo y dejo que la novela me lleve y eso creo que lo agradece el lector. Uno escribe, en principio, por el placer de hacerlo, es algo onanista, y luego tiene el deseo de mostrarlo a los demás, se convierte en exhibicionista. Yo fui onanista hasta los 33 años que fue cuando publiqué mi primera novela, “El cadáver bajo el jardín”, y, a partir de ahí, exhibicionista. Uno escribe un poco sin pensar, dejándose llevar por la lógica interna de la historia que cobra vida y es la que te lleva. Luego, después, cuando analizas lo que escribes descubres cosas sorprendentes, que en las páginas y en los personajes te retratas de forma inconsciente, que, sin planteártelo a priori, introduces muchos elementos de reflexión. La literatura debe servir para hacer preguntas y son los lectores los que deben buscar las respuestas. Yo no considero que haga una literatura simplemente de evasión, aunque el lector pueda evadirse con ella y yo me evada mientras escribo, sencillamente porque no soy frívolo y hay montones de cosas que me obsesionan y me atormentan y las traslado involuntariamente a las páginas de mis novelas.

-Usted tiene un blog muy activo, ¿qué importancia le otorga a Internet y las redes sociales?

Es la revolución más radical de estos últimos años desde Mayo 68: Internet. Y ha servido de herramienta, curiosamente, para que los pueblos del norte de África se levanten contra sus tiranos. El blog “La soledad del corredor de fondo” salió por casualidad, lo creé porque cayó uno de algún colega en mis manos y me pregunté por qué no hacía yo lo mismo. Llevo  tres o cuatro años con él y espero que llegue en un mes a las 200.000 visitas, que no está nada mal para un blog unipersonal, aunque de vez en cuando invito a otros autores a publicar en él. El blog es un instrumento muy importante para dar a conocer tu obra, comunicar los eventos en los que participas y también funciona bien a nivel profesional, en la relación con editores, revistas, escritores, librerías, etc, todo lo relacionado con la literatura. Supone un esfuerzo pero considero que vale la pena y estoy satisfecho con el resultado. Hablo en él, además, de los libros que leo, recomiendo su lectura, o de las películas que veo, o de los viajes que realizo. A veces publico fotos personales y escribo sobre ellas y es un ejercicio que me divierte mucho, que considero muy estimulante. Las redes sociales permiten una inmediatez en la comunicación, una interrelación casi instántanea con otras personas y se hacen buenos amigos a través de aficiones comunes como he podido comprobar, porque lo virtual se vuelve real en cuanto llegas a una ciudad y algunos de los amigos que has hecho virtualmente se acerca a una presentación para saludarte. Cuelgo un comentario sobre un libro en Facebook, una película, o escribo un comentario sobre un acontecimiento político o social, y al instante hay respuestas que pueden venir del otro extremo del mundo, y polémica, lo que siempre es interesante. Hay quien está creando novelas por Internet, lo que me parece un experimento que puede revolucionar el sistema de llegar al lector, pero yo en eso soy un poco más tradicional y pienso que el mejor vehículo para la literatura sigue siendo el libro de papel, el que se puede tener en la mano, acariciar, pasar las páginas, llevarte a la cama, al autobús o al café, colocarlo en la estantería de la librería. En ese aspecto soy muy bibliófilo, como mi padre, y esa es la razón por la que escribo, porque desde niño los libros formaron parte de mi vida, fueron parte fundamental en ella. 



En su incansable trabajo, algo más de buena ficción:
        Marea de sangre (Erein, 2010)
        Tu corazón, Idoia (Corona Borealis, 2011)
        Llueve sobre La Habana (La Página Ediciones, 2011)
        Muerte por muerte (Bicho Ediciones, 2011)
        Patpong Road (La Página Ediciones, 2012)
        Bellabestia (Sigueleyendo.com, 2012)
        La invasión de los fotofóbicos (Atanor Ediciones, 2013)
        La doble vida (Suburbano Miami, 2013)
        El secreto del náufrago (Ediciones del Serbal, 2013)
        Ciudad en llamas (Neverland, 2013)
        Marero (Diputación de Álava, 2013)
        Te arrastrarás sobre tu vientre (El Humo del escritor, 2014)

No hay comentarios:

Publicar un comentario