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domingo, 12 de abril de 2015

Hoy tomo café con…


ANTONIO PEREIRA

La nostalgia nos traiciona y, en ocasiones, el recuerdo nos devuelve la cara amable de la vida, de quien has conocido, has tenido largas charlas telefónicas, y te has acercado a través de su literatura. Es el caso de Antonio Pereira a quien conocí y traté en los últimos años de su vida y su literatura. Hablamos extensamente por el año 1999, cuando coincidían dos de sus libros en las librerías.    

ME GUSTA CONTAR


   De actualidad porque aparecen por partido doble, Cuentos del medio siglo, relatos escritos en los años 50 y 60  y su novela País de los Losada, épica íntima de la guerra civil.                           

Antonio Pereira (Villafranca del Bierzo, León, 1923-2009) se dio a conocer como poeta y desde 1967, en que consiguiera el prestigioso *Leopoldo Alas+ por Una ventana a la carretera no ha dejado de escribir cuentos que ha recogido en colecciones como El ingeniero Balboa y otras historias civiles (1976), Historias veniales de amor (1978), Los brazos de la i griega (1982), El síndrome de Estocolmo (1988), Cuentos para lectores cómplices (1989), Picassos en el desván (1991), Las ciudades de Poniente (1994) y la selección, Me gusta contar (1999). En sus cuentos todo forma un hermoso conjunto, donde los objetos que se describen son tan importantes como los personajes que viven unas experiencias concretas, así como los episodios que se suceden como si se tratara de una totalidad. Su escritura, con el paso del tiempo, ha crecido en intensidad y en libertad, pero sobre en el empleo de recursos técnicos y estilísticos.

¿Se siente usted adscrito, por la temática de sus cuentos, a la denominada generación de los 50?
En mi primera etapa puede haber cuentos cuyos temas y personajes se den un aire de familia con los manejados por Aldecoa o Jesús Fernández Santos, pero, en general, sólo me siento próximo a aquella generación en la relación personal y la amistad.


¿Qué nombre prefiere para denominar este calificado género menor de la literatura, cuento o relato?
A este género, que no es menor, me gusta llamarle cuento, pero alterno con relato, narración, historia corta, ficción breve, son términos de la práctica editorial y del público lector e incluso de la crítica conque los acepto como sinónimos.

¿El cuento sigue siendo para Ud., es un objeto costumbrista, un trozo de vida o un recuerdo de los tiempos?
Cualquier narración deja deducir las costumbres del tiempo y lugar en que la acción transcurre, véase el Lazarillo, el Quijote o la Regenta, pero llamamos costumbrista a lo que trata principalmente de lo que es habitual y típico de un país, y en ese sentido no me veo costumbrista, nunca me dio por contar especialmente una boda maragata o la matanza del cerdo. Y tampoco el cuento es para mí una manera de recuperar el tiempo perdido. Un trozo de vida, es sí, esto me gusta más.



Su primer libro de cuentos, Una ventana a la carretera (1967), recibe el Premio Leopoldo Alas, )qué significó este hecho para usted?
Me animó a seguir, facilitó mi camino editorial y me dio Csupongo, porque ya han pasado años Cuna perdonable vanidad primeriza.
Realismo y sugerencia son ya las bases de su escritura en esta colección, )cuánto hay de esto en sus relatos?
Las porciones varían en cada historia, pero son dos ingredientes que nunca faltan en mi cocina.

Pero, El ingeniero Balboa y otras historias civiles (1976), ofrece una mayor tensión entre lo narrado, )quizá porque el tiempo que separan a ambos libros influye en su tratamiento?
En este libro de la veterana colección *Novelas y Cuentos+ hay dos relatos de vocación experimentalista. O quizá tres, si contamos *Las erotecas infinitas+ , que le gustaba a mi recordado Ricardo Gullón. El cuarto y último, *El ingeniero Balboa+, es ciertamente una historia tensa, exaltada a veces, cuya lectura (no suelo hacerlo con mi obra) todavía me conmueve.

La crítica señaló en este libro una mayor preocupación formal y una técnica más compleja, pero sobre todo una mayor interioridad, )es este, por consiguiente, un ejercicio literario distinto en su obra?
Sí, en algunos aspectos formales fue un giro hacia otras zonas, de las cuales he regresado.

Con Los brazos de la i griega (1982) se acentúa el poder de su lenguaje, )algo que supone un divertimento?.
Acepto que en mis libros de cuentos puedan leerse piezas donde encaja este término que en la música se aplica a lo breve y ligero; y no funciona mal, son a modo de treguas. Pero ninguna obra mía, considerada en su conjunto, me parece un divertimento.

También es importante el erotismo )que en sus relatos pueden interpretarse como un verdadero artificio de humor?.
Sí, un erotismo suave y poco más que venial, no la escena burda de aquí te pillo, aquí te mato. Mi erotismo está rebajado por el humor y la ironía.

El síndrome de Estocolmo (1988) reafirma su inquietud viajera o, tal vez, esa necesidad suya de registrar algunas de sus diferentes impresiones culturales


Viajo con gusto, y aún mayor es el placer de los regresos. Al evocar, uno ve con más claridad que sobra el terreno. De esas evocaciones se nutre parte de mi narrativa. Prefiero andar solo, pero si voy en grupo sé mantener la independencia personal de quien se siente viajero (o peregrino) más que turista.

Entre estas colecciones de cuentos usted ha ido publicando una serie de novelas, Un sitio para  Soledad (1969) y La costa de los fuegos tardíos (1973), )a qué se debió esa alternancia en su obra narrativa?
Mi primera novela es Un sitio para Soledad (Soledad, nombre de mujer), una historia que me obsesionaba y que no cabía en un cuento, y además me gustaba probar como novelista. La costa de los fuegos tardíos, fue un error. Un error en lo editorial Cquiero decirC, porque se trata realmente de una colección de relatos. El ponerle *novela+ fue un artificio de marketing, los editores decían que no se vendían cuentos y que las novelas sí.



La temática de estas dos novelas se alejaba bastante de su siguiente, País de los Losadas (1978), mucho más política y comprometida.
No la veo política ni comprometida. Se desarrolla, esto sí, en el marco de la guerra civil, con referencias al antes y después de aquellos hechos. Es una historia de huidos, pero más que nada, la aventura de Jacobo Losada y José María Losada, tío y sobrino, huyendo de ellos mismos.

Nuevas entregas se han sucedido con el paso del tiempo, Picassos en el desván (1991) y Las ciudades de Poniente (1994). )Estos repertorios responden a esa idea suya de que el arte del cuento es un desafío que le mantiene inquieto permanentemente?
Me inquieta el mundo, el hombre, la vida, y me hormiguea el gusanillo de contar lo que veo y lo que siento a mi alrededor. De contarlo en forma breve e intensa, que son características del cuento como forma literaria.


En Me gusta contar (1999) Ud., mismo realiza una selección personal de sus relatos, más de sesenta, de siete de sus libros publicados, )quizá para mostrar el resultado de esa extraordinaria variedad de técnicas y temas, como el arte de la sugerencia, unas historias entrevistas o el mundo eludido, en definitiva, para contar en no más de 4 ó 5?
Con ese amplio volumen que salió al cuidado de un editor rompedorChablo de Mario MuchnikC, lo que quise fue facilitar a mis lectores (quizá no muchos; seguro que fieles) la posesión de lo más representativo de mi obra cuentística, que se encontraba diseminada en ediciones no siempre fáciles de encontrar, cuando no del todo agotadas. En Me gusta contar no figuran los cuentos de mi primerísima etapa, y esto pudo ser un error, de manera que me alegra verlos ahora mismo reeditados en Espasa Bolsillo, de una manera pulcra, incluso económica: Cuentos del medio siglo.

Durante estos últimos años se han publicado diversas antologías de cuentos, )a qué puede deberse que su nombre no figure en algunas de ellas?
No lo sé. Mejor que a promocionarme he dedicado mi esfuerzo a escribir más cuentos y mejores, para que los futuros antólogos que me excluyan sepan que corren un riesgo.

)Su temprana vocación poética le lleva a tener una voluntad de exactitud?
La poesía me ha ayudado en dos sentido: en la economía verbal y en el poder de sugerencia de la palabra.

Ahora vuelve de nuevo a las librerías y por partida doble, Cuentos del medio siglo (1999) y la novela País de los Losadas (1999) )por qué precisamente estos dos títulos?
El libro de cuentos contiene principalmente los de Una ventana a la carretera, escritos en los años 50 y 60 y que, como ya he dicho, completan el panorama que ofrece Me gusta contar. En cuanto a País de los Losadas, me gustaría que tuviera una nueva oportunidad en la crítica y los lectores. Tuvo buena acogida cuando salió en 1978, pero debió de coincidir con cambios en la distribución y su presencia fue fugar. A ver si ahora tiene más suerte.

       
)El cuentista debe ser cordial y amistoso aún en los tiempos que corren?
Sobre todo en los tiempos que corren, para que un cuento contado por Internet se parezca a los de las tabernas de mi pueblo, donde el narrador y los oyentes no eran virtuales sino de carne y hueso.  

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