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lunes, 16 de noviembre de 2015

Desayuno con diamantes, 61



             JANIS JOPLIN: CICATRICES EN EL PARAÍSO

   Figura emblemática del mundo hippie, la imagen de Janis Joplin (1943-1970) supuso un crisol abierto a toda clase de experiencias con la música, el sexo y las drogas. La biografía de Alice Echols, Janis Joplin, subtitulada Las cicatrices del dulce paraíso (Circe, 2001) ha supuesto el recuerdo de toda una época y la de una generación irrepetible de la historia reciente del siglo XX.



     Durante la década de los 60, en la ciudad de San Francisco, los beatniks comenzaban a dar paso a los hippies: toda una clase de nuevas experiencias que se tradujeron en música, sexo y drogas. La ciudad se convirtió en la meta de los jóvenes más inconformistas. Con Las cicatrices del dulce paraíso (Editorial Circe), se nos ofrece una arriesgada biografía de Janis Joplin, una joven que desde su hermético Texas, llegó a tocar el cielo de la fama con sus propias manos; además, el libro, se convierte en la historia cultural de la época que vivió plenamente: los sesenta, junto a Jimi Hendrix o Jim Morrison, en realidad, una década que parece atrapada en el tiempo—como afirma Alice Echols—y por sus mitos, reducida a una serie de clichés destinados a proteger a algunos de esos significativos protagonistas que hoy se identifican por el «sexo, las drogas y el rock and roll». Los años sesenta fueron tan raros y alienantes que aún hoy constituyen un reto a la comprensión de las posteriores generaciones y cuyo recuerdo se trasmuta aún hoy en las mismas premisas, aunque sin esa profunda revolución que avalaba a aquella juventud inconformista y que se ha convertido en un hito irrepetible de la historia sociológica y musical del siglo XX.

La joven Janis

        Fue la experiencia de toda una generación y sufrió todos los cambios que sufrimos los demás, afirmó Jerry García,  cuando Janis desapareció un día de Octubre de 1970. «Hizo los mismos viajes—confirma, este íntimo amigo—, y se sintió como el resto de nosotros: perdida, tensa, en lugares extraños» Emulando a Kerouac se pasó años en la carretera, preparándose para la contracultura que se avecinaba; los jóvenes vivían en los alrededores de las gasolineras de toda América y cuando se asentaban lo hacían en los barrios más decadentes de las ciudades. A Janis Joplin el estrellato le aportó toda una suerte de experiencias, pero también agudizó su soledad y su vida se convirtió en una sucesión de camerinos, aeropuertos, hoteles, nuevas carreteras y bares y moteles. Si bien fue una rebelde, nunca pudo desprenderse de esa educación norteamericana de los cincuenta, aunque su actitud afianzó una especie de liberación femenina que empezaba a ensayarse por la época. Janis Lyn nació en la mañana del 19 de enero de 1943. Hija única hasta los seis años, al menos fue durante ese tiempo la estrella de la familia Joplin. Brillaba fuera de su casa como un ejemplo a imitar, en la escuela le fue tan bien que pronto pasó del primer al tercer curso; a noveno llegó como la chica más popular, tuvo un novio, Jack Smith, que cuenta que todo en ella era muy normal y todo estaba muy controlado; iba a la iglesia con su familia y allí adquirió pronto fama por su forma de cantar: llegó a solista del coro y aunque actuaba, muy de vez en cuando, para ella era algo importante porque sus amigos iban a la iglesia a escucharla. Su voz de soprano debió cautivar a la madre que pronto le compró un piano de segunda mano y le enseñó a tocar canciones infantiles. Por esa época nació su hermanita pequeña y la familia se trasladó a los alrededores del parque Griffing, una zona más residencial de Port Arthur, pequeña ciudad donde había nacido Se trataba de una casa bastante modesta, pero el cambió le otorgó el estatus de clase media; allí nació otro nuevo miembro de la familia, su hermano Michael.



     Las inquietudes musicales de Janis la llevaron al Little Theater de Port Arthur que dirigía Grant Lyons, una estrella del fútbol americano. Según cuenta la propia Janis, su vida social era nula, pero de pronto cinco chicos listos y rebeldes: Grant Lyons, Dave Moriarty, Adrian Haston, Jim Langdon y Randy Tennant, empezaron a pasar juntos largos ratos porque les unía su amor por el jazz y por la música folk y sobre todo la exasperación que les producía las reuniones de la parroquia y lo anodino de la ciudad. Janis fue, por aquella época, la única chica que se las ingenió para sumarse a ellos. Juntos se apasionaron por la música, a la que nunca consideraron como un sonido de fondo, sino una auténtica declaración de diferencias. Por diversas circunstancias, la joven rebelde, cuando estaba en la última etapa del instituto les hizo ver a sus padres que no se iba a convertir en la modesta maestra de Port Arthur como ellos había planeado y fue entonces cuando empezaron sus pesadillas, sobre todo, con el alcohol. En realidad, como afirma su biógrafo, Alice Echols, «la mítica Janis Joplin—la tía fuerte, dura, basta—fue una criatura que ella misma empezó a crear desde su adolescencia. La criatura le daba una especie de control, pues podía decir que no era a ella a quien rechazaban, sino a esa de la cháchara que se había inventado, por su manera de beber, o de maldecir, o de parecer basta». En el verano de 1961, Janis aprobó el examen del curso de secretaria, y sus padres la enviaron a Los Ángeles. Inicialmente se alojó en casa de su tía Mimi, que vivía en Brentwood y le permitía usar la «choza de artista» que tenía en la parte posterior de su casa. Transcurrido un tiempo, Janis se trasladó a un apartamento que le ayudó su otra tía, Barbara, que ejercía de agente inmobiliaria, aunque las estrecheces económicas la llevaron a trasladarse a casa de ésta última. Aunque mantuvo una buena relación, finalmente volvió a alquilar un pequeño piso en la parte más sórdida de Venice. Una vez instalada de nuevo en Port Arthur, Janis decidió matricularse en la Universidad de Texas y pasó desde el verano de 1962 hasta finales de diciembre en el campus donde muy pronto consiguió nuevos amigos y se convirtió en el personaje más escandaloso; su intención no era estudiar aunque se había matriculado en Arte, sino estar en el Gueto y tocar música. La pandilla entre la que se movió  bebía mucho, consumía drogas en grandes cantidades: anfetaminas, marihuana y peyote. La posesión estaba castigada con largos períodos en prisión, pero el peyote se encontraba en los jardines y era legal y barato. Janis siempre pensó que drogarse significaba estropearse el cerebro; las drogas, en realidad, servían apara anular la conciencia, no para agudizarla. Tan sólo le gustaban las drogas que le permitían escapar de la realidad. Lo mismo ocurría con la sexualidad a la que consideraba el medio idóneo para burlarse de las convenciones sociales. La sexualidad de la jovencísima Janis era muy grande y lo bastante como para acomodar tanto a hombres como a mujeres. Su principal amante de la época fue Julie Paul, a quien se recuerda como una machota. La universidad le iba a enseñar poco, su verdadera ambición estaba en las reuniones musicales del campus y sobre todo del Theaddgill´s, un garito situado en la parte norte de la ciudad. Allí se pasaban la mayor parte del tiempo ensayando música folk y blues. En Austin, Janis empezó a tomarse la música muy en serio, acaso como reflejo de la entrega de intérpretes como Powell St. John y Lanny Wiggins.



Los fantásticos 60
  A principios de los 60, el término música folk abarcaba un territorio musical mucho más amplio que el de hoy e incluía blues y country interpretado con instrumentos acústicos. Hacia 1962 la música folclórica se había convertido en un gran negocio. La joven Janis se convirtió muy pronto en la principal atracción de Threadgill´s, y esa era la razón por la que los miércoles estaba el bar siempre a tope. En enero de 1963, Janis y Chet Helms partieron hacia San Francisco, pero el viaje de ambos empezó bastante mal. La primera noche se detuvieron en Fort Worth, donde vivían los padres de Chet. Una vez allí, la imagen de Janis, bastante femenina hasta ese momento, recuperó esa actitud desenfada tan habitual en ella que incluía las blasfemias, su indumentaria: vaqueros y una camisa de trabajo abierta por la que asomaban sus pechos...; ante semejante actitud, la señora Helms montó en cólera y les convino a que dejaran su casa esa misma noche. Tras un tortuoso viaje de más de cincuenta horas, llegaron a San Francisco y se alojaron en casa de David Freiberg, un antiguo colega que había tocado en algunas bandas durante su estancia en la Universidad de Texas. El propósito del viaje para Janis fue muy concreto: cantar. Ese mismo verano dejaría su impronta en el pequeño escenario del Monterrey Folk Festival. También conoció durante su estancia en la ciudad a Linda Gottfried y poco más tarde a Jae Whitaker, una afroamericana, tan apasionada por la música como ella. Durante este tiempo, vivir al límite, que incluía, además, beber y drogarse en desmedida, no sólo era un parte integral de la vida artística, sino que, tal como lo entendía la propia Janis, era, en realidad, un paso necesario para convertirse en una verdadera cantante de blues. En el verano de 1964 ella había ahorrado el suficiente dinero con su trabajo de operadora telefónica que se compró un coche de segunda mano, un Morris Minor amarillo, y pidió a su amiga Linda Poole que la acompañara hasta la Costa Oeste, donde pretendía triunfar en Nueva York. Una vez allí incrementó su consumo de drogas y de alcohol, pero actuó en contadas ocasiones. En septiembre de ese mismo año volvió a San Francisco y según han constatado algunos de sus amigos, en esa época, ya era una adicta al speed. Chet estaba tan colgado que un amigo suyo intervino para ayudarle a vencer su adicción y lo mismo ocurrió con Janis, una vez que Linda le puso de manifiesto que se habían convertido en auténticas adictas. Esta adicción le llevó, incluso, a vender el producto entre sus amistades. Ante tan desordenada vida, el sueño de Janis de convertirse en una auténtica cantante no iba bien y lo mismo ocurría con su vida sentimental: como ya había ocurrido anteriormente, en su vida sexual se intercalaban tanto hombres como mujeres. En mayo de 1965, sus amigos decidieron organizar una fiesta benéfica para sacar el suficiente dinero como para comprarle un billete que la llevara a su casa de Texas; todos sabían que necesita irse de aquel ambiente: volvió a Port Arthur pesando poco más de cuarenta kilos, consumida por las drogas (speed, heroína)y, además, volvía sin haber realizado el sueño de convertirse en una gran cantante.
    Una vez en Port Arthur, consciente del ambiente en el que había vivido, decidió moderar su vida: volvió a matricularse en Lamar, se recogió el pelo, dejó las drogas y el alcohol y se dedicó a ser la hija buena que hubieran querido sus padres. Mientras esto ocurría en la pequeña ciudad tejana, mientras Janis y sus amigos se aburrían en ese lugar donde nunca pasaba nada, San Francisco empezaba a transformarse en ese mágico lugar donde ocurría de todo; un año más tarde, cuando ella mismo volvió se hablaba de hippies y se había abandonado el término de beatniks. La ciudad dejó paso a la era del folk y se convirtió en la sede del rock ácido: por allí apareció Bob Dylan que optó por instrumentos electrónicos y los roqueros británicos incluían en sus repertorios canciones como Satisfaction, número a lo largo del año 1965. A finales de este mismo año, los espectáculos luminotécnicos, el rock and roll, las drogas alucinógenas y el amor libre, se convertían en los pilares de la época hippie, un término que había aparecido, por primera vez, en un artículo del San Francisco Examiner y en un ensayo que más tarde escribiría Hunter S. Thompson en el New York Times Magazine en el que establecía algún ligero vínculo entre ambos grupos aunque los hippies negaban cualquier tipo de parentesco con la Generación Beat sobre todo porque «estos tíos eran negativos, pero lo nuestro es positivo», como principal argumento. Janis no volvió a actuar en serio hasta marzo de 1966 y lo hizo en el Eleventh Door de Austin: el público quedo sobrecogido, tremendamente impresionados. Tras este éxito se unió a Big Brother, una banda que se convirtió, durante algún tiempo, en su auténtica familia y una de las razones por las que ella decidió quedarse en San Francisco. Big Brother debutó en Nueva York el 17 de febrero de 1968, en el Anderson, un antiguo teatro judío situado en el Lower East Side. Cheap thrills, su segundo álbum, se había convertido en un número uno. Pero la banda acabó oportunamente su andadura, y en diciembre de ese mismo año realizó su última actuación. Cuando Janis Joplin inició su camino en solitario, no sólo perdió a su gran familia, sino a una gran parte de su comunidad; quienes los querían interpretaron esta separación o ruptura como el fin de un sueño, el de los felices sesenta.
        El 21 de diciembre de 1968, tres semanas después, Janis y su nueva banda de soul hicieron su debut en Memphis. El tercer álbum, I got dem ol´kozmic blues again mama, consiguió excelentes resultados. En la primavera de 1969 viajaron a Europa, donde el público enloqueció con ella, le había llegado su hora, esa precisamente que proclamaba que formaban un verdadero conjunto. La prensa británica estaba fuera de sí y en Alemania, sus compatriotas destinados allí abarrotaron con su presencia las actuaciones. Janis siguió consumiendo heroína durante la gira europea, pero los conciertos fueron todo un éxito. Alice Echols escribe que cuando regresó, de nuevo, a Estados Unidos, su drogadicción era total. Continuó alimentando el mito de su dualidad sexual y se empeñó hasta el final en mantener esa condición de icono o emblema que le otorgaba la imagen de ser la chica más liberada de los sesenta. Entre el verano de 1968 y finales de 1969, llegó a tener seis sobredosis y en una de ellas, la situación revistió una gravedad extrema, ocurrió en marzo de 1969, después de una dura crítica a su segunda banda. En agosto de 1969, enganchada a la droga y descontenta de todo, actuó en Woodstock, ese lugar mítico que si bien no fue el primer festival de música al aire libre sí pasó a la historia como el acontecimiento de la década; aunque, visto de la óptica de la cantante, fue su particular derrota. Pese a todo, se sucedieron los éxitos, en el concierto de diciembre en el Madison Square Garden, se agotaron las entradas. Para abandonar su drogadicción decidió volar a Río de Janeiro, donde pasó cinco semanas. En la primavera de 1970 había logrado el control absoluto de su carrera y de su vida musical, reunió un grupo de excelentes músicos y así creo la Full Tilt Boogie Band, con la que inició una gira a finales de mayo de 1970. En septiembre llegó a Los Ángeles para iniciar una grabación; había abandonado, momentáneamente, las drogas, pero cuando se alojó en el Landmark, ese motel cursi, que todos conocían por el ambiente de drogas que se vivía. Dos semanas más tarde, Janis, había vuelto a chutarse de nuevo. El 3 de octubre fue el último día de la vida de esta singular mujer, había grabado la parte instrumental de Buried Alive in the Blues y al día siguiente grabaría la letra. Esa misma noche había planeado un encuentro con Seth y Peggy; ninguno de los dos acudieron a la cita y cuando Janis llegó a su habitación, se chutó, bajó al vestíbulo del para comprar cigarrillos y charlar, durante unos minutos con el conserje, volvió a su habitación. Sentada en su cama, cayó de bruces y la heroína que se inyectó esa noche la sumió, definitivamente, en la inconsciencia.
    Feminista, lesbiana, drogadicta, símbolo o icono de los mágicos sesenta, a Janis Joplin que se le ha proclamado todas esas cosas, hoy tal vez se le recuerde como esa víctima trágica, esa reina del drama, de todo el siglo XX. Pearl se convirtió, cuatro meses después de su muerte, en un nuevo número uno. Su legado musical posibilitó que las chicas blancas cantaran de otra manera y llegaran a ser estrellas de rock. A lo largo de los 70 su estela brilló con nuevas recopilaciones: Japlin in concert (1972), Janis Joplin´s greatest hits (1973) y Janis (1975).             

1 comentario:

  1. Pedazo de voz. Pero como suele pasar, se nos fue precipitadamente.
    Mª Ángeles.

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