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miércoles, 25 de enero de 2017

Scott Fitzgerald



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Los locos años veinte, según Scott Fitzgerald

Se publica una nueva traducción del cuento, Sueños de invierno, en la editorial Traspiés.


        Los protagonistas masculinos de muchos de los relatos de F. Scott Fitzgerald son hombres hechos a sí mismos que han logrado el éxito y la fortuna gracias a su propio esfuerzo, y aunque ese ha sido un tema recurrente en la literatura norteamericana, el eje de las historias de Scott Fitzgerald no es la persecución del éxito, sino el amor. En sus relatos, los protagonistas dejan de ser acomodados hombres de negocios para convertirse en humildes enamorados que están dispuestos a hacer todo lo necesario por la chica de sus sueños. Esas chicas, calificadas como flappers de los felices años veinte, eran unas jóvenes de pelo y falda cortos, hermosas, indolentes, emocionalmente inestables, que se dejan querer pero que rara vez están dispuestas a amar.

        Francis Scott Fitzgerald logró crear en sus relatos una atmósfera que reproduce con una enorme vitalidad un ambiente en cierto modo decadente y nostálgico. Como retratista de la juventud de su época supo dejar constancia de esos días despreocupados antes de la madurez, y con esa mirada melancólica de quien los sabe efímeros; un ambiente de añoranza quebrado por la idea de que esos dorados años veinte fueron barridos por la Gran Depresión.
        Tres relatos anticipan una de las mejores obras del narrador Fitzgerald, “Sueños de invierno”, publicado en Metropolitan Magazine, en 1922, “Dados, puño americano y guitarra” en la revista Hearst's Internacional, en 1923, y “Lo más sensato” en Liberty, 1924 y posteriormente recogidos en la colección, Todos los jóvenes tristes (1926), y la obra en cuestión es, El gran Gatsby (1925).

Sueños de invierno
        Este breve relato, publicado por Traspiés, en su colección “Vagamundos Libro Ilustrado” propone una nueva traducción realizada como proyecto de fin de curso del Taller de traducción literaria de Billar de las Letras, de Madrid, y como señala Maite Fernández Estañán, en el prólogo, ha sido un reto importante porque la prosa de Scott Fitzgerald es una de las más delicadas y preciosistas con la que pueda encontrarse un lector, y por añadidura un traductor. “La prosa de Fitzgerald destila emoción, añade Fernández Estañán, y esa emoción se construye mediante todo tipo de recursos poéticos: el polisíndeton, las repeticiones, la acumulación, y los paralelismos.

El relato

        El joven caddy Dexter logra cumplir su sueño de infancia: jugar al golf con los hombres cuyas bolsas cargaba en la adolescencia. Sin embargo, la vuelta a su pueblo natal supondrá también el reencuentro con la hermosa Judy Jones, cuyo encanto fascinará a Dexter y pronto queda prendado de ella pero no pasa de ser uno más de entre la nube de pretendientes que la rodean.
            Judy es una joven sofisticada, asediada por sus pretendientes, entre los que hace un hueco al enamorado Dexter. Pero, como la mayoría de las heroínas de Fitzgerald acabará por demostrarse su incapacidad para amar otra cosa que sus propios caprichos. Así que muy pronto, el protagonista deberá resignarse a no ser correspondido.
        El relato, Sueños de invierno, se convierte en otro producto de su tiempo que encarna el sentir de muchos de los hombres y mujeres de aquella época, a la que el propio Scott Fitzgerald llamó “la era del jazz”.
       
        La edición de la granadina, Traspiés, está ilustrada por J. A. López, que inaugura una fructífera colaboración como ilustrador de clásicos como el presente.
       
        Francis Scott Fitzgerald, Saint-Paul, 1896-Hollywood, 1940, ha sido uno de los más importantes escritores norteamericanos del siglo XX. Autor, entre otras, de las novelas, A este lado del paraíso (1920), El gran Gatsby (1925) o Suave es la noche (1934), y de las colecciones de relatos, Flappers y filósofos (1920), Cuentos de la era del jazz (1922) y Todos los jóvenes tristes (1926)









F. Scott Fitzgerald, Sueños de invierno; ilustr., por J. A. López; Granada, Traspiés, 2016; 62 págs.


1 comentario:

  1. Scott Fitzgerald está más vivo que nunca, como lo demuestran las constantes reediciones de casi todos sus libros. De El gran Gatsby el lector español puede elegir entre nada menos que 10 traducciones diferentes, algo que yo creo que es absolutamente insólito. Me gusta el trazo de la ilustración de portada, toda una invitación a buscar las del interior. Bien por J. A . López y por Traspiés

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