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jueves, 5 de octubre de 2017

Enrique Vila-Matas



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EL DOBLE
              
       Enrique Vila-Matas lleva años estableciendo conexiones entre sus libros. Ha fundamentado su vida en una imaginaria existencia literaria, o quizá debamos entender su actitud al revés. Estas, y otras muchas, razones llevan a que sus seguidores comprendan que un nuevo relato-ensayo-tratado, como es caso de, Perder teorías (2010), pueda estar emparentado con su obra anterior: adelantábamos un cambio de rumbo en Exploradores del abismo (2007), se ratificaba en un libro como, Dietario voluble (2008), y la entrega más reciente, Dublinesca (2010), reproduce esa firme voluntad que confirma como jamás uno debe encasillarse, y estar dispuesto a perder teorías, a usar los conceptos del arte narrativo como premisa y nada más. Las últimas propuestas evidencian y presuponen un ejercicio metaliterario del escritor, alguien con la suficiente capacidad para inventar materia literaria sobre la que extenderá su particular visión acerca de la creación: capaz de ejercer, en ocasiones, de personaje central y de autor al mismo tiempo, cuando como en el caso de Perder teorías cuenta que un escritor es invitado a Lyon para participar en un congreso internacional en el que finalmente, por circunstancias, que se irán desvelando en muy pocas páginas y en la soledad de una habitación de hotel, no intervendrá.
       Vila-Matas insiste, una vez más, en su explicación de la literatura, en mostrar su pasión por explorar los entresijos de esos pasadizos que llevan de la realidad a la ficción donde siempre hay un trasfondo, un auténtico juego al final. En Perder teorías el autor/ personaje decide esperar en la habitación de su hotel, inicialmente para buscarse a sí mismo, más tarde se aventurará a explorar la ciudad, pero sobre todo intentará escribir una auténtica teoría literaria sobre la novela, una nueva concepción textual que coincida con los planteamientos narrativos del nuevo siglo. La soledad y la incertidumbre de verse abandonado, prisionero entre las cuatro paredes de la habitación del hotel, alejado de una situación habitual propia, llevan al narrador a nuevas teorías y a formular pensamientos en torno a la figura de Julien Gracq y de su novela, El mar de las Sirtes (1951), paradigmático ejemplo de intertextualidad para componer un concepto de nueva novela, un ejemplo plagado de materiales con que alimentar aportaciones ajenas, sin evidencia alguna de plagio, y que incluye una inigualable definición lírica entendiendo esta como la sublimación misma del lenguaje y la expresión verbal. El resto de la teoría vilamatiana se concretaría en la superación del estilo sobre la trama, argumento que le servirá al escritor para sobrepasar las barreras de una obligada estructura simétrica, y le dejan una libertad absoluta que explorar nuevas actitudes ante la forma. Quizá, como afirma ¿Liz Themerson? en el prólogo, este libro supone la impresión de que todo sucede enteramente en un presente que está hecho de una larga espera. Vila-Matas avanza, indiscutiblemente, con su escritura hacia un futuro donde el horizonte literario deja de ser el mayor enemigo de las restricciones textuales.





PERDER TEORÍAS
Enrique Vila-Matas
Barcelona, Seix-Barral, 2010

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